30 de noviembre de 2009

Al pan pan, y al vino vino:

Nuestro idioma es uno de los más completos y de los más difíciles de aprender. Tiene tantos tiempos verbales como letras en el alfabeto (no se si es verdad, pero me gustó la comparación), y hay palabras para todos los gustos.


Por eso me resulta molesto que no se use de manera correcta. Tampoco es que soy un inquisidor del lenguaje, pero estaría bueno aplicarlo de manera adecuada.


Por ejemplo…


Entro a un negocio de ropa. El vendedor o vendedora me pregunta que estoy buscando. Yo, ni lento ni perezoso, le digo: “estoy buscando bermudas”. Sigo a esta persona por la tienda, y me señala, con una sonrisa de oreja a oreja, un perchero completamente atestado de mallas, y me dice: “cualquier cosita me avisas”…


PARA QUÉ CARAJO LE DICEN BERMUDA A UN TRAJE DE BAÑO?

Estamos de acuerdo con que algunos estúpidos los usan como bermudas, pero en lo mas profundo de su ser son mallas.


Por eso desde “Hasta las pelotas” nos vamos a poner en campaña para obligar a todos los negocios del país a llamar a las cosas por su nombre: las bermudas serán bermudas, las mallas serán mallas, y las sungas serán sungas.



Así está el país…

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