5 de diciembre de 2009

Campeones, campeones, olé, olé, olé:

Generalmente a los eventos deportivos de gran importancia sólo se los ve como eso, un evento que empieza, se desarrolla y se termina, pero que no deja nada para el que lo organiza, más que un excedente económico producto del turismo.


Sin embargo, son más que un simple acontecimiento. El Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos a realizarse en Río de Janeiro en 2016 le darán a Brasil una oportunidad única de crecer aún más como nación, y también en lo deportivo.


Un ejemplo perfecto para aprovechar este impulso dado por un Juego Olímpico es España, y su Barcelona 1992.


O ustedes creen que la actualidad deportiva española es una casualidad de un par de buenas generaciones que se juntaron?


Dos campeonatos en la Fórmula 1 (Alonso 2004 y 2005), dos de los cuatro mejores pilotos de Moto GP (Pedroza y Lorenzo), una selección de básquet de las mejores del planeta (medalla de plata en Pekín), campeona de Europa en fútbol, el mejor equipo a nivel clubes del mundo; en tenis, ganaron la Copa Davis en 2000, 2004, 2008 y 2009 y en los últimos 6 años tuvieron a 2 nº 1 diferentes, Ferrero y Nadal. Éstos son algunos de los logros españoles en la última década.



Me estoy empezando a cansar de los triunfos españoles, más sabiendo que la mayoría, por no decir todos, son más que merecidos.


Y lo peor de todo es que nuestros países parten con una calidad de materia prima similar deportivamente hablando. Pero los jugadores y atletas argentinos no cuentan con esa organización (producto de una política de estado a largo plazo) que los respalda a pesar de cualquier inconveniente que puede aparecer.



Así está el país…

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