23 de enero de 2010

Los inadaptados de siempre: primera parte

El mundo del espectáculo tiene como una de sus características principales generar dinero con las excentricidades de la gente famosa (aunque ellos se autodenominen “conocidos). Y dentro de éste conjunto de parásitos se encuentran los músicos y sus bandas, que constantemente se renuevan.


Un grupo que está comenzando puede optar por una variedad de estilos bastante amplia, y hasta tienen la posibilidad de inventar uno (cosa que es poco frecuente ya que significa mucho trabajo, y copiar una fórmula exitosa es mucho más efectivo y sencillo).


Ésta es la historia de una banda proveniente del Oeste del Gran Buenos Aires (que es donde está el agite según publicidades varias).


Y como la mayoría de los conjuntos surgidos en esa parte de la Provincia de Buenos Aires, su ambición artística era casi nula. Lo único que buscaban era “pegar” con sus letras dedicadas a la cerveza, el fútbol, las drogas, las mujeres, los amigos y el barrio.


Pero Los inadaptados de siempre (éste era el nombre de la banda) tuvo algo nuevo para ofrecerle a la gente que estaba buscando un poco de rock & roll para distraerlos de su vida cotidiana y anodina.


Sin embargo, en sus comienzos, no lograban diferenciarse del resto de los grupos que día a día se formaban, y que tenían el mismo objetivo que ellos.


Su primer intento para hacer algo distinto fue bastante simple, que prometía, pero que finalmente no funcionó.


La idea la tuvo el baterista Julio “Poxi-Ran” Iglesias (si, como el padre de Enrique), y consistía en regalarle una lata de cerveza a cada una de las personas que acudiera a sus recitales. Pero esto no los catapultó al estrellato, y tras 10 shows en los que repartieron casi 200 cervezas, decidieron abandonar la idea.


Mañana, la segunda parte de la historia de Los inadaptados de siempre, una banda del Oeste.

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