En nuestro país estamos acostumbrados a criticar por criticar. En los últimos años se ha convertido en moneda corriente denostar a todo aquel que no comparte nuestra forma de pensar, o que no se desempeñó como nosotros creíamos conveniente (el momento político que se vive hoy en día es un perfecto ejemplo).
Obviamente, la mayoría de esas descalificaciones no están sustentadas por argumentos, materia que hace años pertenecía exclusivamente a los taxistas. Y si encima el tema del día está relacionado con lo deportivo, las críticas son aún más despiadadas y menos argumentativas que en otros ámbitos (inclusive que la farándula).
Emanuel Ginóbili tomó la decisión de no participar en el mundial que se realizará en Turquía éste año. Las razones las expuso en una columna que escribió para su página web y La Nación. Obviamente que uno puede estar o no de acuerdo con la elección de Manu (yo lo estoy), y cada persona tendrá sus motivos.
Pero lamentablemente, los argumentos que alguien que escribió con total sinceridad expone, tienen sin cuidado a los “expertos” en básquet de nuestro país. A partir de ahora, el mejor basquetbolista que produjo la nación, y posiblemente uno de los mejores deportistas de la historia argentina, pasará a ser considerado (por lo menos por algunos) un anti-patria que accede a todos los pedidos de sus jefes yanquis.
Es muy triste que los argentinos no disfrutemos de nuestros prodigios mientras están activos.
P.D.: Miguel Romano escribió al respecto antes de saber la decisión de Manu.
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